Siempre he pensado que "no hay que tenerle cariño a las cosas", esto resulta algo contradictorio con mi personalidad, ya que soy coleccionista y a decir verdad bastante cachurero... Bueno, a lo que voy es que en serio, a pesar de tener gran aprecio por las cosas que tengo, no tengo una obsesión enferma por ellas, no estoy enamorado de mis pertenencias, pero hay algo extraño con algunas.Existen algunos objetos que traen recuerdos, que están asociados a buenos momentos o a impresiones importantes de nuestras vivencias, para los que tenemos cercanía con los juguetes, parece este factor estar más unido a nosotros. La imagen que acabo de subir al blog, refleja un poco lo que digo (o trato de decir). Se trata de un juguete que alguna vez tuve cuando niño y que con tanto juego se fue desgastando hasta que no quedo mucho de él. Por suerte existe una tienda en Rancagua, en donde por pura suerte, logre dar con uno de sus espécimen y nuevo de paquetito...
No se como explicarles las sensaciones que se me vinieron encima cuando lo vi nuevamente, casi sentí el sabor de los Kapos originales, esos que ni siquiera en aquella época tenían en su envase impreso a las frutas/personajes, sino que aparecía una ilustración de la foto y punto. Recuerdos de infancia, de paseos con mis viejos e intentos de ahorro de cualquier moneda que me encontrara en mi casa.
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